Quien ha vivido los cólicos lo sabe: ver llorar a tu bebé y no poder hacer algo es horrible. Frustrante a más no poder, preocupante, triste. Podría seguir con más adjetivos.
Más allá de encontrar un buen fisio, dar probióticos, probar otros biberones y tener paciencia… solo tienes que pensar que esa etapa pasa y que tu peque estará bien. Ante la frustración de esos días, yo me repetía todos los días esto:
Mi mantra durante los cólicos
Te oigo llorar, miro el reloj y me muero de miedo. Intento respirar, tranquilizarme y pensar que lo mismo es un gas atragantado.
Si el llanto sigue me vuelvo sostén, colchón, malabarista, abrazo infinito, palabras de consuelo y repito este mantra mientras te cojo en brazos:
«Esto pasará, mi niño. Pasará y crecerás. Los gases y las digestiones no serán un dolor para ti.»
«Ahora no puedo hacer nada para aliviar tu llanto, pero quiero que sepas que no estás solo. Que mis brazos siempre serán refugio, que mi voz siempre tendrá palabras llenas de amor, que si algo te duele, me volveré experta en aliviarlo»
No, no es mi desesperación por tener un bebé llorando en brazos. Es su dolor y mi impotencia por no poder calmarlo.
Reuteri, cambio de leche, masajes en casa, físios, porteo… haré todo eso una y mil veces. Y mientras eso no funcione entenderé que es cuestión de tiempo. Que los días son largos y los años son cortos.
Mientras eso pasa, y después, quiero que sepas que estaré a tu lado. Ayudando, apoyando y sobretodo… amando.
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